En la década de 1940, el diseñador danés Hans Wegner vio una serie de fotografías de comerciantes chinos y quedó fascinado con las sillas en las que estaban sentados. Se dedicó a crear su propia versión de la silla Ming, incorporando un reposabrazos curvo de madera doblada y el respaldo homónimo, cuya forma de horquilla puntiaguda permitió una silueta más elegante. Presentó la silla con el fabricante danés Carl Hansen & Son, cuyos artesanos perfeccionaron los 100 pasos que se necesitan para hacer, incluido el tejido de 395 pies de cable de papel para su asiento.
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